jueves, 17 de septiembre de 2009

Inmenza Naturaleza


Solimos escribir debido a las muchas inquietudes del diario vivir, pero hoy no es así, escribo para agradecer al todo por todo lo que me da, para agradecer el avanzar, el existir, el ser parte de todo esto, es increíble.

Un instante para crecer, un solo momento para vivir, un segundo vale la pena si espera el segundo siguiente, caminar sobre el sendero incierto, pasará lo que tenga que pasar, y estaré preparado para llevarlo a cabo, seré conciente de lo hermoso, lo perfecto, lo más puro. Seré conciente del amor, de lo más verdadero.

Sentado escuchaba la cuidad, tomando apuntes en mi corazón y en lo más profundo agradecido otra vez, como el cielo estrellado, como el algodón en la almohada, como el sostén de las piernas sobre el tronco el cuello y luego el rostro. Las pisadas, las manos rozando el viento, la vibración de este, sobre las miles de energías en algún lugar, todo se desborda, crece, emana sabiduría de todas las cosas, aun más pequeñas pero más poderosas, imperceptibles para muchos, e indescriptible para mi, y para lo que pueda pensar, es algo extraordinario, fuera del mundo, en Zion, sobre las altas palmeras, sobre los montes e incluso más allá de los cielos.

Con ese sentimiento el caminar se vuelve lleno, y nada más hace falta.

Todo tiene mucho más valor de lo que creemos, y estoy seguro que Dios nos pide seamos vivos y no muertos. No aportamos engrandeciendo lo malo sino lo bueno. He encontrado muchas más hermosas maravillas, tan grandes así, que dejan reducidas a la nada las malas vivencias y concepciones de lo que nos rodea.
Es el sol brillando en el amanecer, son los cielos entonando una canción, los mosquitos, las aves con sus plumas y dejadas llevar por las presiones del aire, son las hormigas trabajando para la colonia, es el aire entrando en la boca del estomago, y la grandeza esperando poder recorrerla, llamando, pidiendo ser disfrutada y valorada.

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