domingo, 27 de septiembre de 2009

Divago en la morada.


Volar el escrito cortado en tijeras entre puentes colgantes, cuencas vacías, ecos atrapantes. Y allí plantado con raíces de colores, tratando en la lejanía de lograr lo esperado y que está aquí, a mi lado, cortes en la tierra, y gente malhumorada, camino en mi mejor momento, aceptando el movimiento del todo. No temo al efecto corpóreo, ni a la subjetividad por que no está en mi saber, solo siento lo que veo y almaceno el buen conocimiento, aplicándolo para la comodidad de aquellos que caminan a mi lado, la naturaleza, mi Dios, y mi gracia intermitente.

No te acabes amor mio, no te acabes, aférrate a mi, Padre sujétame, no me sueltes, búscame, y encuéntrame, que yo hago lo mismo en tu filmamento, soy un planeta entre sistemas, un gusano entre malezas, un clabel entre las espinas, indefenso, una simple criatura, cosmos toca un segundo esta vitrina, deja entrar tus rayos de luz y pisa firme la suela de la evilla, el troncal difuso, perpetuos recuerdos olvidados, inspiraciones milenarias, coraje del valiente, miedo del más tímido. Y yo un viajero en el desierto, arrastrando un gran árbol, tratando de llevar mi sombra a donde sea. Que me lleve la mar y baste subir al anca del caballo para saber y sentir que con ese simple esfuerzo, llegaré a casa a dormir la esperada siesta. Mis ojos se cierran, mi alma se eleva, mis pies son meros tallos, la luna está tan cerca y toda la creación son mil maravillas.

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